RETO 1
Objetivo 5: Lograr la igualdad entre los géneros y
empoderar a todas las mujeres y las niñas
La igualdad de género
es un derecho humano fundamental, independientemente del país de residencia.
Avanzar en la igualdad de género es fundamental para crear una sociedad sana en
todos sus ámbitos, desde la reducción de la pobreza hasta la promoción de la
salud, la educación, la protección y el bienestar de niñas y niños.
https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/gender-equality/
En este sentido, ser feminista no
significa que pensemos que las mujeres merecemos derechos especiales; significa
que sabemos que merecemos los mismos. El feminismo no habla de
superioridad. No discrimina, menosprecia o castiga al otro género.
Simplemente combate las desigualdades que sufren las mujeres por el mero hecho
de serlo. No luchamos por ser “más”, luchamos por ser igual.
Noticia de reflexión:
La violencia sexual cometida contra Gisèle
Pelicot en Francia
Sirva el marco propuesto más
arriba para contextualizar la noticia sobre la que quiero reflexionar, no en su
extensión, sino desde dos aspectos muy precisos:
-
El perfil de las personas abusadoras
-
La actitud de Gisèle en medio de esta experiencia
vital
Las desigualdades que evidencio
en la situación presentada son las siguientes:
ü La
falta de atención y seguimiento de parte del personal sanitario y de la justicia
ü La
falta de vigilancia policial en redes sociales que durante años no pudo
descubrir la difusión que se daba tanto a videos pornográficos como a la oferta
y mercadería a la que la víctima era sometida.
ü El
cuestionamiento sufrido por la víctima de parte de acusaciones que habrían
dudado sobre su falta de inconsciencia ante la violencia padecida.
Quiero
centrarme en el análisis de los perfiles de las personas que abusaban de Gisèle
porque me cuestiona la pluralidad de los mismos; a parte de algunos que sufrían
de patologías, abusos en su infancia o limitaciones intelectuales, además de
que se habla de ellos como manipuladores, narcisistas y egocéntricos, se afirma
que tenían vidas estructuradas, empleos, familia, en definitiva, “señores como
todo el mundo”.
Esto es lo que
me cuestiona, esa doble vida que no queda justificada ni por abusos en la
infancia ni por antecedentes policiales ni por adicciones; las experiencias
vividas por duras que sean no pueden explicar el abuso, la violencia, la
humillación y el deseo de dominio sobre ninguna persona.
Esa necesidad de dominio y de abuso sobre la
mujer, socialmente pseudo aceptado y que nadie fue capaz de cuestionar ni ante
el que reaccionar es la que puede haber acompañado esa violencia mantenida
durante años contra esta mujer.
Y con ella
quiero concluir esta parte de mi reflexión, con su actitud valiente de que este
proceso se convierta en altavoz de “todas las mujeres que tal vez nunca serán
reconocidas como víctimas”.
Creo que
ciertas estrategias pueden contribuir a frenar que situaciones como la que se
ha conocido sigan sucediendo, manteniéndose en la sombra o silenciándose
impunemente:
-
La formación continua de los profesionales
implicados como sanitarios y agentes del orden.
-
Hablar públicamente, que es lo que con tanta
valentía está haciendo Gisèle, “para que la vergüenza cambie de bando”, y no
siga cargando la mujer con el peso social de la humillación de la violencia.
-
Hablar en familia de estas situaciones que se
producen, ya que tantas veces la vergüenza puede llevarnos a mirar a otro lado;
reflexionar sobre las mismas, hacerlo juntos, en nuestros ambientes, yendo más
allá del morbo y el sensacionalismo nos puede ayudar sin duda, a crecer en
respeto y a no silenciar situaciones de abuso que podemos identificar cerca de
nosotros.